Sectores como Lago Chapo, Hornohuinco, Río Blanco, Río Tronador, Río del Este, enfrentaron la fuerza de la subida de los cauces producto del material emanado por el volcán y que fue arrastrado por las aguas.
La violencia de los aludes que generó el volcán Calbuco en su proceso eruptivo, que se inició el 22 de abril, se hizo notar en las localidades emplazadas en las cercanías de la cara sur del macizo.
Si en Ensenada la ceniza causó estragos, en los sectores emplazados en la ruta a Lago Chapo los lahares fueron el principal factor destructivo.
En Hornohuinco, sector rural distante a 5 kilómetros al norte de Correntoso, dos aludes bloquearon el camino, arrasando con las instalaciones de una piscicultura cercana.
El torrente de cenizas y agua arrastró a su paso árboles y rocas de gran tamaño, depositándose en dos puntos de la ruta hacia Lago Chapo.
En Río Blanco, punto de acceso a la Reserva Nacional Llanquihue, el panorama era desolador. La fuerza del aluvión que descendió por el cauce que se alimenta de los deshielos del Calbuco, arrastró la cubierta del puente de concreto que ofrecía conectividad al sector cordillerano, depositando la losa dos kilómetros río abajo, además de algunas viviendas ubicadas en las cercanías de su cauce, en una señal inequívoca de la fuerza de las aguas.
Shery Navarro, llegó ayer hasta la zona afectada para evacuar animales, desde su casa que se ubicaba a sólo 10 metros del río. “El alud arrastró mi casa más de 100 metros, la cocina y el dormitorio de mis padres desapareció por la fuerza del río, lo que quedó en pie estaba cubierto con medio metro de barro. Sólo pudimos recuperar ropa y herramientas de carpintería. Pero lo más importante fue recuperar a un gato y dos cachorros, perdimos tres gatos adultos y perro”, contó.
La escuela rural de Río Blanco también sufrió el embate del agua, ceniza rocas y árboles. Lo que era un prado que albergaba los juegos de los niños, se transformó en una losa de ceniza endurecida. Por la parte posterior del establecimiento el alud ingresó dañando seriamente la estructura de madera.
A sólo cuatro kilómetros de Río Blanco, otro aluvión destruyó el puente sobre el Río Tronador, depositando rocas de grandes proporciones, árboles y cenizas, ello junto con dañar una vivienda de un piso y el garaje donde se guardaba un bus de pasajeros.
A sus 79 años Eduardo Riquelme habitaba la casa dañada por la avalancha de barro, ceniza y árboles. Con el apoyo de efectivos del Regimiento Sangra logró llegar al que hasta antes de la erución fue su hogar.
“Ya no voy a poder vivir nunca más acá, voy a tener que arrendar en otro lado. Lo perdí todo, lo único que quedó intacto fue mi cama”, relató.
Para permitir el ingreso de los evacuados a la zona afectada, con el fin que pudieran ver el estado de sus inmuebles y animales, Vialidad desarrolló un intenso trabajo para despejar las zonas cubiertas por aludes y habilitar vados donde ya no están los puentes.
“En la zona trabajan 20 funcionarios con el apoyo de un bulldozer, una motoniveladora, una excabadora y dos camiones tolva, que lograron habilitar la vía para vehículos todo terreno”, precisó el director regional de Vialidad, Jorge Loncomilla.
Camiones del Ejército, coordinados por Onemi, trasladaron a los afectados y alimentos para los animales que permanecen en los sectores aledaños a Lago Chapo.
“Dispuse que la mayoría del personal de planta de la unidad se desplegara en los sectores afectados por la erupción, en el caso del sector sur del volcán cinco camiones trabajaron en el traslado de las familias y en cooperación con los organismos de emergencia”, explicó el comandante del Regimiento Sangra, coronel Claudio Weber.
Bernarda Oyarzún, presidenta de la junta de vecinos de Lago Chapo, precisó que el sector es uno de los menos afectados en comparación a Río Blanco y Tronador.
“Sólo en el Río del Este tenemos casas anegadas por aluviones, afortunadamente nos habíamos preparado antes con Onemi, desarrollando un plan de en caso de una erupción, el que se cumplió”, dijo la dirigenta social.
Marcelo Bustamante, otro de los dirigentes del sector dijo que “jamás me imaginé que iba a quedar un deastre tan grande, esto es algo increíble que nunca lo habíamos vivido, hay muchos aludes y dos de ellos bajaron con tanta fuerza que sacaron a los puentes de sus bases”.