Tras 200 días de confinamiento, Juan Aubert realiza, para La Angostura Digital, un profundo análisis de la situación a nivel nacional, provincial y local sobre los efectos de las decisiones estatales frente a la pandemia, y sus consecuencias sobre una población cansada, angustiada y expectante de lo que vendrá.
Han pasado siete meses desde que cambió nuestra la forma de vida de modo impensado. En los comienzos todo era desconocido y alarmante. Mirábamos azorados las pantallas con los informes y medidas, y pensábamos que era lo correcto, sin darnos cuenta que, por el temor reinante, lo que venía iba a ser aún más grave.
Contrastando aquel momento con el presente, podemos hacer una comparación y también un análisis de lo que nos fue ocurriendo a los seres humanos. “Quédate en casa” era la consigna y todos respondimos al comienzo por cuidado quizá, luego por responsabilidad social. Si me cuido, cuido al otro. Escucho aún el resonar de las bocinas del vehículo municipal que nos decía: ”Soy tu Intendente… quédate en tu casa”.
Estábamos seguros que todo iba a pasar, pero cada vez se hacía más largo, hasta que comenzamos a dudar y ver que no todo pasaba por el cuidarnos – una excusa- para avanzar desde otros lugares. Todo era novedad hasta que quisimos retomar nuestros derechos y nos dimos cuenta que estaban mutilados, hasta que quisimos ejercer nuestra libertad y estábamos esposados.
Igual no nos detuvieron y salimos a marchar, a reclamar como nunca, pero seguimos esposados, mientras que la violencia, la toma, la impunidad y los negociados espurios siguen su curso. La población absorta ante la frialdad del Gobierno, del Estado que pide ajustes y la contrapartida no aparece, sólo el odio, las banalidades y la ineficiencia a flor de piel.
Pensamos que el adelantamiento de la cuarentena era para equiparse, organizarse ante la emergencia y en nuestra Provincia, por ejemplo, no alcanzó: las gestiones parecen paralizadas. A pesar de ello, le seguíamos dando batalla a la situación, aunque con más desazón. La actividad económica diezmada en nombre de la pandemia, de cuidarnos.
Aprendimos a cuidarnos, a conocer los protocolos de cada actividad, a ser responsables, a estar listos para emprender cada uno su actividad nuevamente, pero cuando pretendimos levantar las manos, comprendimos que continuábamos esposados. Cuando intentamos transitar las rutas argentinas, que otrora disfrutamos: inmovilizados, paralizados, cuando comenzamos a reclamar pasamos a ser los malos argentinos, cuando quisimos mostrar nuestro mérito se nos respondió con asco y odio, cuando aquellos bien intencionados deseamos refugiar nuestros ahorros, se nos cerraron todos los caminos.
La falta de empatía de la clase dirigente
Así estamos hoy en nuestra provincia de Neuquén, dónde el propio Jefe de Gabinete, Sebastián Gonzalez, dice: ”Hoy nos encontramos en una emergencia que, lejos de terminarse, sigue mostrando su peor cara”; cuando desde todos los rincones del país los ciudadanos advertíamos a los gobiernos, no se nos escuchó, primero estaba la salud.
Es cierto que es una situación inédita, pero inédita es la mediocridad que se ve palmariamente en la gestión de muchos funcionarios claves para decisiones estratégicas. Inédita es la desprotección de una inmensa mayoría de la población. Es de miopes encarar una crisis con parches, esconder la realidad debajo de la alfombra.
Si tu cargo es un honor para la Nación, ponete el carro al hombro y hacete cargo de la realidad. Cuando se echan culpas es porque no se tiene propuestas ni soluciones. –mientras la actividad privada sufre embates de pérdidas multimillonarias, miles de personas desocupadas, los salarios de los que están en actividad desplomados, el poder adquisitivo de la población en general por el piso, múltiples problemáticas de salud por el encierro y seguimos esposados: como si fuéramos culpablesdel fracaso de esta cuarentena.
Debemos aprender a convivir con el virus
Es que aún no han entendido que invariablemente tendremos que vivir y convivir con este virus, hay que administrar el tiempo – es cierto- porque estará en algún momento presente en cada uno de nosotros, pero no debemos vivir confinados como esclavos. La gente que mueve este país, clase media en su mayoría, ya no da más y necesita trabajo, dignidad y libertad.
Así estamos, dónde todo se nivela para abajo: más pobres, más desocupados, más hambre, menos clase media, menos educación, un caldo escalofriante para la mediocridad total y el aprovechamiento político de una sociedad diezmada.
Y cómo no hay vuelos de cabotaje y no quiero sacar permisos, como si estuviéramos en una guerra total, vuelo con mi imaginación y me transporto, así es que ahora ya estoy en mi Villa, paraíso soñado en el que vivimos. Disfruto todo lo natural, pero sufro cuando veo la realidad del pueblo, al borde de la quiebra de tantos emprendedores, empresarios, trabajadores que viven del turismo, de la gastronomía, del comercio y de tantas otras actividades conectadas. Bajo de mi vuelo imaginario y veo que también estamos encadenados, mediante efímeros decretos que nos encadenan, nos encierran sin justicia, sin condena, sin lo más primordial del ser humano: sin LIBERTAD.
La incertidumbre a nivel local
A pocos días de la temporada de pesca, y otros tantos para la temporada de verano, sólo podemos movernos por el Departamento, con todos los establecimientos vinculados directamente al turismo cerrado. Me pregunto: ¿no habrá alguna otra forma inteligente de programar una temporada atípica?, ¿no habrá una forma de pensar con sentido común y lógica, dónde pueda convivir la actividad económica y las medidas que se tomen para la salud?
Si bien el nombramiento de la nueva Secretaria de Turismo de Villa La Angostura fue un bálsamo para el Municipio (toda la gobernanza la apoya) éste sigue girando en la calesita y el tobogán, y los ciudadanos agotados y ya con bronca, con un pronóstico de sociedad vigilada eternamente. Y aclaro, no se ha podido con la gente que piensa. Falta que la escuchen. Tienen mucho para aportar como solución o planificación al respecto. Claro, la soberbia juega en contra.
Los lectores que han seguido mis notas recordarán las innumerables propuestas que he realizado, pero hoy se torna imperioso que se convoque a una mesa de diálogo. Un canal plural, para escuchar, oír, pensar y proponer una salida, incluyendo a los ciudadanos con segunda residencia, es inadmisible que no puedan ingresar a su vivienda, si cumplen con todos los protocolos.
Juan B Alberdi fue uno de los grandes pensadores argentinos, defensor acérrimo de la libertad y de los tres pilares para el éxito de una República: seguridad jurídica, confianza económica y estabilidad política. Con opiniones que siguen vigentes hasta hoy y algunas polémicas, Alberdi dejó frases que son completamente relevantes en nuestra sociedad actual. Compartimos algunas:
- “Los clamores cotidianos de la tiranía no podrán contra los progresos fatales de la libertad”.
- “La omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual.”
- “La democracia es la libertad constituida en gobierno, pues el verdadero gobierno no es más ni menos que la libertad organizada.”
LIBERTAD, LIBERTAD, LIBERTAD ¡Queremos que nos dejen trabajar, ya nos sabemos cuidar!
Juan Aubert
Anfitrión Turístico