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Sun, Jun

Aplausos de pié dejó el cierre del Festival de Música de Los Siete Lagos

Los jóvenes de la escuela de música Sonidos del Huemul
Cultura
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Finalizó en Villa La Angostura la séptima edición de este particular encuentro; coincidieron una serie de conciertos con clases de perfeccionamiento para jóvenes intérpretes patagónicos

Antes de saber si voy a cenar, cuando el mozo del restaurante ve que dejo el programa de mano sobre la mesa me pregunta, con el orgullo que siente por el festival, si me gustó el concierto. Le cuento que tuvo momentos de alta calidad y otros de emoción de final de fiesta.

Una contundente versión del Sexteto de cuerdas en Sol mayor op.36 de Brahms fue el punto más alto, en cuanto a lo artístico, que tuvo la última función de esta VII edición del Festival de Música de Los Siete Lagos (ni que lo hubieran elegido a propósito por el lugar geográfico, con esos contracantos que tiene el allegro y que parecen el oleaje de la costa brava de la angostura de Nahuel Huapi).

Esa noche también actuaron el ganador del concurso de piano (Kaio Schommer) Franco Broggi, de 21 años; los jóvenes que forman parte de la escuela de música Sonidos del Huemul, y la Camerata Siete Lagos, integrada especialmente para este festival por músicos muy jóvenes.

Una chacona de Purcell, una pieza de John Williams, un divertimento de Mozart, un explosivo "Verano" de Vivaldi, liderado por las prodigiosas manos del violinista Ben Gilmore, fueron parte del ecléctico y entretenido programa.

Durante las dos semanas que duró el encuentro también hubo otros momentos que sus protagonistas recordarán con especial cariño.

A los que leyeron la crónica anterior les debo un respuesta a la pregunta sobre cómo puede ser que un festival de música clásica termine con adolescentes y jóvenes bailando cumbia. A los que no la leyeron les cuento que éste es un festival atípico, ya que la formación académica y los conciertos son parte de lo mismo.

El violista Germán Clavijo, director artístico del festival desde hace siete años, contaba ayer lo difícil que es programar las funciones y desarrollar la actividad docente para que en dos semanas los alumnos del nivel más básico aprendan y los jóvenes de la camerata se perfeccionen al lado de músicos profesionales.

Este año, además de los locales Clavijo, la flautista María Cecilia Muñoz y el pianista canadiense-argentino Alexander Panizza, llegaron para tocar y dar clases David McCaroll (Estados Unidos), Benjamin Marquise Gilmore (Inglaterra), Julie Svecená (República Checa), Vaida Rozinskaite (Lituania), Kate Gould (Inglaterra) y Juan Perez de Albeniz (España).

"Es un festival de música de cámara y un curso de capacitación para menores de 18 años de la zona patagónica. Desde el año pasado sumamos a los que tienen hasta 28 y que ahora forman parte de la Camerata Siete Lagos. Durante gran parte del día nos dedicamos a las clases, a ensayar los programas de los más chicos y los de los profesores. La idea es tener un puente entre todas las formaciones para que los chicos de Sonidos del Huemul se incorporen a la camerata y los de la camerata a la disciplina más profesional, que son los conjuntos de sus docentes. No está bien que yo lo diga, porque formo parte de esto, pero los músicos que han venido este año son muy buenos. Gente del trío de Viena, músicos de la orquesta de cámara de Europa y de la Scottish Chamber. Un nivel espectacular."

La penúltima noche de festival, luego de una función del espectáculo De molinos, gallos y amores, todo el contingente volvió al campamento ubicado a 25 kilómetros de esta ciudad donde, desde hace casi quince días, se aprende, se practica y se ensayan las obras, tanto las del programa de estudios como las que los músicos invitados prepararon para los conciertos que ofrecieron al público patagónico y a los turistas que pasaron por aquí.

"Este año combinamos algunas obras de gran calado como el segundo sexteto de Brahms y su quinteto para piano y cuerdas, y el octeto para cuerdas de Mendelssohn junto a otras obras que en Europa son muy conocidas. Además, me interesa incorporar autores no muy conocidos como Arvo Pärt, al que le dedicamos un programa entero. Fue uno de los grandes momentos de esta edición. No soy aficionado a los programas monográficos, pero en el caso de este compositor se genera una atmósfera muy particular que mueve al público a un plano muy espiritual. Me pareció bueno intentarlo y funcionó fenómeno."

Y los jóvenes también tuvieron su protagonismo, incluso al momento de distenderse al ritmo de la cumbia, luego de tocar todas las obras estudiadas durante su curso (desde tríos de Mozart y Dvoräk hasta cuartetos de Beethoven y Hydn).

"No, acá no somos elitistas", me decía, en medio del baile que se había armado en el campamento musical, Andrés de la Cruz, el que lleva adelante este festival desde la Asociación Filarmónica de los Siete Lagos.(La Nación)