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El teatro angosturense homenajeó la trayectoria de Hugo Grandi

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Durante la segunda jornada del 4to Encuentro Teatral de Villa La Angostura se realizó un sencillo pero emotivo recuerdo al maquillador y especialista en efectos especiales, quien falleciera en diciembre pasado.

Formó parte del primer evento en el año 2013, y su paso dejó una huella imborrable. Su hijo Javier estuvo presente junto a su esposa e hija, y anunció la donación de obras originales de Grandi, al colectivo teatral local para su exposición en el futuro teatro de la ciudad.

En uno de los salones contiguos a la sala principal del Centro de Convenciones Arrayanes se realizó este encuentro el sábado 02 de abril, dando inicio a las actividades de la segunda jornada del Encuentro Teatral. Obras originales, cuadros, fotografías, textos fueron de la partida de este homenaje, que fue introducido por Daniela Di Giorgio, en representación del grupo Teatristas, quien optó por citar palabras del propio Grandi durante otro reconocimiento recibido en vida: “Me siento conmocionado...muy emocionado...cuando uno ama lo que hace y lo entrega con amor, la respuesta es esa. El actor y la actriz son la base principal de mis motivaciones para trabajar, para que salgan conformes, contentos y seguros de sí mismos al escenario. Siempre lo he intentado, aunque seguro no siempre lo he logrado”.

Le siguió Luis Giustincich, teatrero de Neuquén, quien dio testimonio de la primera venida de Hugo al sur del País. Convocado en 1984 para ser parte de un proyecto de formación y capacitación teatral por parte de la Cooperativa de trabajo artístico “El Establo”-agrupación ya desaparecida- el profesional de las mil máscaras llegó a esa ciudad para brindar un taller, y a partir de ese momento volver frecuentes sus visitas a esta región.

Los encuentros fueron definidos como “intensos” en la memoria del relator, los que se extendían por más de 4 horas, y durante los cuales “todos queríamos ser su modelo” para que este creador de la ilusión interviniera sobre una de las zonas más sensibles del actor: su rostro. Pero las charlas continuaban posteriormente con el grupo, y de los efectos especiales se pasaba a la astronomía, y a la admiración que tenía por los astros azules, “que también Hugo nos mostraba y desasnaba...cada una de las estrellas tenía su nombre y su historia, que él relataba apasionadamente”.

Giustinich reconoció que fue por Grandi que se le despertó su vocación por el maquillaje teatral, y por 20 años ejerció la docencia en la Escuela de Artística de Neuquén.

La vida de Hugo Grandi es una reconstrucción permanente, como un rompecabezas que se va armando pieza por pieza, y que cada una de ellas significa una pequeña partecita del gran mundo de este artista. Los recuerdos de Luis siguieron fluyendo en su relato, y en el recuerdo de una visita “de sorpresa” a su casa en Bariloche trajo la charla de amigos, junto a Javier Aragón y Fernando Margulis, de su participación en Teatro Abierto de 1982 en el maquillaje de la obra “Despedida en el lugar” de Beatriz Mosquera con la dirección de José Santiso; en 1983 en el laboratorio de investigación de teatro estudio en la obra “Equinoccio” de Mario Diament y Vincent, y los Cuervos de Pacho O'Donnell, ambas con dirección de Víctor Mayol en Teatro Payró y Teatro Di Tella; en 1985 al '87 en la obra “De cómo el Sr. Mockinpott logró liberarse de sus padecimientos”de Meter Weiss, bajo la dirección de javier Margulis y Eugenia Levin.

Para cerrar Luis manifestó “las charlas y las fotos, las risas nos fueron amalgamando en un momento de camaradería difícil de olvidar...ahí estaba Hugo pleno, auténtico, sencillo...simple amante de la vida y de los cielos del sur”. Le siguió en el recuerdo su hijo Javier, quien estuvo acompañado por Marisa Mendoza Aguirre, su esposa y su hija, Máxima, que resumió a todo lo dicho simplemente y con gran orgullo “Hugo fue mi papá”. Por su elección de seguir en el camino artístico como restaurador, le tocó ser en muchos proyectos su asistente.

“No había límites ni traba para Hugo para llegar y llevar su conocimiento a todo aquel que se lo solicitara”, recordó haciendo hincapié en su defensa permanente al teatro independiente, como propiciador para que las cosas se realicen más allá de lo económico. Su pasión era dejar conforme al artista, que salga al escenario seguro de sí mismo, tanto a los más reconocidos -con quien trabajó- como con el que lo necesitara y se lo pidiera.

Destacó su lado más social, no solo con sus pares en el arte, sino en la construcción de prótesis cuando “las estéticas eran inviables”; “Hugo realizó más de un ojo postizo a pedido de un óptico, que muchas veces no eran cobradas, salvo por la satisfacción de haberle devuelto la dignidad a alguien”. Fue un gran autodidacta en la pintura, dibujo, y un eterno inventor, y experimentador, “más de una vez nos encontrábamos con el horno o el termotanque explotado, porque usaba los de casa para sus fórmulas con latex o goma espuma, que había aprendido en EEUU, pero allá lo hacía con equipos que soportaban dichos usos”, recordó risueño Javier.

El motivo por el cual Grandi llegó a Bariloche -su último lugar antes de dejarnos el año pasado- fue el sueño de instalar en los años '90 una estructura replicando un castillo medieval. A pesar de que eso solo quedó en los planos, fue la excusa para que este gran artista eligiera acompañarnos y disfrutarlo todo este tiempo, lejos de la gran urbe de la Capital que lo “estaba devorando”, y a pesar de que las condiciones económicas no eran las mejores por su tipo de trabajo, valoró la calidad de vida, y la riqueza del vínculo para con quien quiera compartir con él su pasión de crear mundos, de dar fantasía, e imaginación a esta vida.