Tras 180 días de cuarentena, Juan Aubert realiza un análisis –en exclusiva para la Angostura Digital- de la situación tanto a nivel nacional como lo que ocurre también en Villa La Angostura, donde se vuelve urgente y necesario tener un plan de contingencia para ver una salida de esta delicada situación.
En Argentina, la pandemia corrió el telón y la cuarentena puso al descubierto una crisis fenomenal por la que atraviesa el país y la sociedad. Todos los sistemas colapsados, salud, educación, economía, seguridad jurídica, instituciones del Estado. En este siglo estamos viendo cómo se desvanece la Republica Sin República no hay gobierno democrático, sólo se usa la democracia para legalizarlo.
Qué nos está pasando a los argentinos y porqué hemos llegado a este estado de anomia que cada día es más preocupante. Es por la culpa de la dirigencia, hay una crisis de intelectuales con pensamiento estratégico o nosotros los ciudadanos que no somos capaces de hacer valer nuestros reclamos.
Más de 180 días esperando ver un horizonte
Han pasado 9 meses del 2020 y 180 día de cuarentena y, a pesar que faltan tres meses para finalizar el periodo anual, es como que ya queremos que se vaya, en busca de la esperanza del 2021 y, a mi modesto parecer, es seguir tirando el problema para adelante para no hacernos cargo y reconocer el momento crucial por el que estamos atravesando.
Crucial porque, depende del camino que tomemos, nos encontraremos en aquél país republicano y próspero que forjaron y soñaron nuestros inmigrantes (siempre digo que, fueron en su mayoría, los que construyeron la estructura de nuestro querido país) o nos seguiremos lamentando de vivir en una Argentina sin valores, sin dignidad, sin justicia, sin instituciones y en caos continuo, dónde el mérito al esfuerzo que realiza un alto porcentaje de nuestra sociedad se ha opacado permanentemente por las inequidades fomentadas permanentemente por el Estado, en su conjunto.
La anomia se ha apoderado de las mentes de los funcionarios de nuestros gobiernos y así, por un decreto, los ciudadanos dejamos de gozar de nuestros derechos en nombre de nuestra protección, del cuidado, y así entramos en los interminables circuitos de calesita y toboganes. Una verdadera autodestrucción encubierta de las libertades, en dónde la letra del siempre actual tango “Cambalache”, cobra permanente actualidad a pesar de haber sido escrito en 1934. Justamente a mi criterio, y sin ser un especialista, porque no nos hacemos cargo del problema y la culpa siempre la tiene el otro.
Cuando comenzamos con la pandemia, pensamos que una bisagra daría vuelta la historia. Sin embargo, seguimos en el mismo pantano y con mucha más peligrosidad de que la crisis nos envuelva.
Villa La Angostura no escapa a esta anomia generalizada
La sociedad de Villa La Angostura no escapa a esta problemática y sus dirigentes tampoco. En los últimos días, hemos visto azorados a los funcionarios gobernantes tomando decisiones que para nada son contenedoras de un pueblo agobiado, casi abatido y desorientado por la falta de horizonte y políticas de mitigación, un programa de contingencia ante la inercia por el tiempo trascurrido. Esto último ha causado el descreimiento en la cuarentena, en las prohibiciones, en los encierros. No es así cómo debemos enfrentar el problema, sino que los gobiernos deben generar confianza, capacitarnos para convivir con el problema. La cuarentena se está descascarando y ya nadie cree que sea el camino correcto.
Creo que los comentarios en las redes han sido arrolladores y contundentes sobre este descontento o falta de contención por parte de las autoridades locales y provinciales. Me hago cargo porque también fui crítico porque no estoy para nada de acuerdo en la gestión de la cuarentena, pero los seres humanos tenemos la capacidad de reflexionar.
Entonces me pregunto si todavía estamos a tiempo de poder unirnos y gestionar con la gobernanza local aquellos temas que podamos estar mínimamente de acuerdo para que entre todos salgamos de este estancamiento, de esta anomia y encontrarnos todos trabajando por la recuperación del pueblo ya que, de continuar con esta perspectiva, quedará desbastado, porque su principal actividad privada tiene un panorama más que incierto frente a ello. La gente se pregunta ¿sirvió semejante esfuerzo? Y, ante la falta de una respuesta convincente, desconfía, se pone incrédula y sobre todo piensa en sus actividades e ingresos que están más que escasos.
El momento de trabajar todos en conjunto
Seremos capaces de ponernos a trabajar en la remediación, de deponer intereses personales y sectoriales, estaremos dispuestos para acompañar a los protagonistas y no querer serlo también, seremos capaces de dejar de lado nuestro orgullo, egoísmo, egocentrismo. Seremos capaces de reconocer lo que nos está pasando y unirnos para construir un plan que nos lleve a una buena gestión en el corto mediano y largo plazo.
Mi propuesta está basada en ejes de trabajo, a saber:
- Turismo
- Construcción
- Capacitación comunitaria de como convivir en Covid-19
- Remediación, un programa estratégico de corto, mediano y largo plazo.
Si no lo somos, la pandemia continuará porque nada habrá cambiado en nuestras mentes y entonces, más allá de las quejas y los descontentos, habremos dejado pasar otra oportunidad de construir en comunidad para beneficio de todos, deponiendo todas las conductas que hasta el momento nos han llevado a este estado de cosas que nos invitan a tomar la calesita y el tobogán indefinidamente.
Queda claro que los gobiernos son los que deben dar el ejemplo y el primer paso, algo que veo muy lejano, aunque nunca pierdo la esperanza de que aparezca algún dirigente que se juegue por los intereses de su comunidad, no de su partido político (sea cual fuere).
Necesitamos ejemplos, valores y humanidad. No dejemos que la anomia nos venza sigamos apostando, proponiendo y reclamando para lograrlo.
Juan Aubert